Deleikan

¿Y dónde rayos estaba Ranta? ¿Por qué había decidido dejar de ser un mortal? ¿Por qué se había metido en los asuntos de los dioses? Algo si era seguro, lo habían devorado las tierras de Aielan, y de allí talvez ya no volvería, pues viajar entre los mundos es una apuesta dispareja, donde se juega tu existencia. Todo giraba en el negro, una caverna en el fondo de un mar sepultado bajo roca. La energía negativa del sortilegio del sacerdote venía en ondas desgastantes. Eran las cenizas de la hoguera de la creación. A Xibral no le incomodaba la nada, estaba solo. La única

Enfureció entonces. ¿Por qué sentía esa absurda necesidad de correr y salvar al mundo? ¿Por qué si nadie se lo había pedido siquiera? Y como siempre, al final, no habría nadie para agradecerlo, y nadie imaginaba que ese horrible sátiro azul, que bien hubiera podido pasar por un fenómeno de circo, hiciera cosas por salvar a los otros, a todos los shánkits que pisaban el Aftabh. Y aún así lo hacía. —Lo haré —se dijo, y avanzó hacia la puerta. La mañana que recibiera a la ostentosa ciudad de Jolif-Lay La Mayor era igual de gris que ésta. La call

Las sombras se revolvieron una y otra vez a lo largo de la noche, como sabandijas febriles en una madriguera, quizá fueran las cortinas que el viento igual movía con las ventanas cerradas, o tal vez eran recuerdos tratando de escapar de un lugar sin salida. Xibral se levantó en la madrugada, buscó bajo su colchón un odre de vino que guardaba allí siempre que tenía la oportunidad de dormir en una cama, y de su zurrón sacó un pajujo, e hizo de su cuerpo un crisol donde se mezclaron ambas sustancias para forjar la sinrazón. En un caso como éste le hubiera gustado echar un trago del nenehuaki

It is not the rough sand that fills my eyes Nor the sun in this forgotten cerulean sky That strokes my skin turning it into dust Like my soul ensnared in this labyrinth of stone It is dust; it is lost, at the end of the road When I meet my doom, and it dwells in you In the weak hope that the light of your eyes Would touch my soul.

Pero en la habitación no desapareció el frío. El mundo fue entonces un Lirio de Edalyor montando las alas de una mariposa nocturna, y luego, cavernas glaciares tan azules como su piel. Encogido, agarrándose de sus piernas, temblaba; después de todo estaba sólo, desde hacía años estaba abandonado, a veces creía estar soñando, atrapado en los pasillos del laberinto de Venkar. ¿Cuántos años habían pasado? Siempre era lo mismo, pero llorar no le cuadraba, probablemente ya no le quedaban lágrimas, se habían agotado en sus años de vida como hombre, o quizá los sátiros no lloraban, él que iba a saber, no había nacido sátiro, ni siquiera eran origina